Una adaptación satisfactoria de la prótesis después de una amputación depende esencialmente de que el muñón restante sea lo suficientemente largo y de que haya suficiente cobertura de tejidos blandos. Cuanto más desfavorables sean las condiciones de palanca, peor será el ajuste de la prótesis. El resultado es la inestabilidad y la irritación permanente de los tejidos blandos.
Residuo del brazo tras una amputación
Restos femorales
Restos de la pierna después de la amputación
Si el muñón después de la amputación es tan corto que la adaptación protésica es difícil o imposible, se puede realizar una intervención quirúrgica para llevar el muñón a la longitud óptima que permita o mejore la adaptación protésica. El hueso restante se corta suavemente y se implanta un clavo de distracción intramedular para que pueda formarse nuevo tejido óseo y se estiren los tejidos blandos.
El alargamiento tanto del hueso como de los tejidos blandos circundantes con un clavo de distracción intramedular se realiza de la misma manera que el alargamiento de una pierna. Una longitud inicial extremadamente corta del muñón puede ser limitante, por lo que puede ser necesario utilizar diseños especiales del clavo de distracción intramedular. Sin embargo, si al final se puede utilizar este ventajoso implante, tampoco es necesario un fijador externo en estas situaciones, lo que supone un alivio considerable, especialmente en el caso de muñones femorales cortos.
Ortesis bilaterales tras el alargamiento de la pierna